Colombia es un país con un inmenso potencial para los negocios. Desde hace un tiempo venía haciendo un estudio sobre qué lugar podría ser interesante para invertir. Luego de un minucioso análisis, de consultar distintas fuentes, llegué a la conclusión de que Cali es el lugar indicado.
Su cercanía al mar Pacífico, la coloca en un lugar privilegiado para el comercio y el turismo. Además de los múltiples beneficios que ofrece su clima y geografía. Tan es así, que hace un tiempo fue sede de la Cumbre de la Alianza del Pacífico, en la que participaron presidentes de varios países.
Como soy yo el extranjero, un inglés que ama el trópico, sé que al llegar a hacer negocios a una tierra que no es la mía, debo adecuarme a su cultura y a sus costumbres. Por eso me ilustré y conversé con un par de amigos que habían estado en la ciudad. Ellos trabajan en empresas transnacionales, pero me dicen que así vaya a hacer negocios, la idiosincrasia de la gente es la misma.
Mi cita con Rafael me tenía un poco nervioso. Tenía todo debidamente preparado. Un CD con el material del proyecto, que describía minuciosamente, desde las distintas etapas, hasta los distintos planes de inversión. Llegué con quince minutos de anticipación, tal como suelo hacerlo en Londres, mi ciudad natal.
Me habían advertido que el colombiano no es tan literal con los tiempos, incluso cuando de hacer negocios se trata. Puede tardarse unos minutos más, diez o quince minutos después del horario pactado, sin que aquello acarree una falta de consideración. Y así sucedió, tal cual. Rafael llegó unos diez minutos después de lo convenido. Con una sonrisa y un cálido apretón de manos, me hizo sentir cómodo.
Generalmente en mi país, siempre que asisto a una cita de trabajo, me voy de traje y corbata. Me dijeron que aquí eso es relativo. Como nos citamos en un restaurante, consideré que debía irme vestido con un pantalón y una camisa larga. Era una vestimenta relativamente formal y cómoda, adecuada para el clima. Fue una buena elección. Rafael iba vestido de una manera similar.
En Inglaterra, cuando nos reunimos para hacer negocios, solemos primero entablar conversaciones sobre temas muy generales, como el clima o la temporada de vacaciones, pero nunca hablamos sobre temas políticos ni religiosos, ni nada referente a asuntos personales. En Colombia, aunque la regla sobre no tocar temas políticos ni religiosos persiste, a veces hablar sobre temas personales es una manera de acercarse de manera cordial al otro.
-¿Cómo está tu familia, Steve?
-Muy bien Rafael, muchas gracias por preguntar.
-¿Estás casado, verdad?
-Así es, de hecho soy padre de dos lindas niñas.
-Qué bien, la familia es un gran polo a tierra. Me los saludas por favor.
Corroboré que a los colombianos no les gusta ir al grano. Prefieren conversar un rato para romper el hielo. Es importante para ellos, dar esa especie de rodeos, es una manera de crear cercanía con el otro.
Finalmente, cuando entramos a negociar, y le mostré las bondades que tenía el proyecto, Rafael se mostró muy interesado. A veces me interrumpía para hacerme preguntas. En mi país usualmente esperamos a que la otra persona termine de exponer, y luego le transmitimos las inquietudes. Estando informado, estuve atento a sus requerimientos.
Hizo unos cálculos mentales y dijo que le parecía muy interesante lo que le proponía, sin embargo, era un poco costoso. Sabía que los colombianos son dados a regatear. Esto significa que están acostumbrados a buscar el menor costo posible por parte de ellos. Es una manera de negociar. Como estaba preparado, hice unos cálculos en que los costos para su inversión disminuirían. Rafael quedó encantado. Dijo que el negocio era un hecho. Estrechamos manos. Cada uno se tomó una cerveza como parte de la celebración. Yo quedé feliz porque tenía buenas referencias de Rafael. El tiempo me ha confirmado que es una sociedad muy sólida, con posibilidades de seguir creciendo.
Cada vez que voy a Cali, me hospedo en los apartamentos amoblados de Habita Suites. Estuve antes en un par de sitios, pero pude comprobar que esta es de lejos, la mejor opción. Como primera medida, están muy bien situados, en un lugar muy central. El lugar es muy bonito, integrado con la naturaleza, tienen un servicio de primera. Si no quiero trabajar en mi habitación, el sitio tiene un salón en el que puedo hacerlo con todas las comodidades. También cuenta con piscina y gimnasio. Nadando y haciendo ejercicio despejo mi mente y me ayuda a concentrarme en mis tareas. Siento a Habita como mi segundo hogar.
Steve McClane
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